6 consejos para afrontar una primera clase particular

comoafrontar1Todas las personas que nos dedicamos a la enseñanza hemos tenido que enfrentarnos en algún momento de nuestra vida a esa primera clase con un primer alumno. Es normal estar nervioso, no saber qué hacer, pensar si quedaremos en ridículo o incluso empezar a considerar que quizás la enseñanza no sea nuestra vocación, pero seguramente nos estemos anticipando al pensar todo eso. En este post me gustaría hablar, desde mi punto de vista, de diferentes ideas o consejos que podemos tomar si tenemos que afrontar una primera clase particular.

  • Mantén la calma. Sí, estate tranquilo, ese es mi primer consejo. Muchos podréis pensar ahora que «es muy fácil decirlo, pero no hacerlo» y lleváis razón, pero, para intentarlo, lo primero que hay que hacer es auto-convencerse de que se puede conseguir. Si desde el primer momento somos cabezotas en que somos una persona muy nerviosa y nada nos puede calmar porque «ya lo hemos intentado todo» o «da igual, nada me hace efecto», entonces, el problema seguramente sólo esté en vuestra mente. Partiendo de ahí, hay muchas técnicas o métodos que, dependiendo de la persona, le pueden valer más o menos para tranquilizarse. Por ejemplo, a alguien puede servirle tomarse una tila antes de la clase mientras que otra persona se la toma y se siente igual, pero sin embargo le relaja darse un paseo por la playa o por el parque. Tenemos que pararnos a pensar en aquellas cosas que nos gustan, que nos calman, que haríamos si tuviéramos algún problema y quisiéramos despejarnos, y quizás encontremos algo más que podamos realizar lo cual nos ayude a estar más tranquilos.
  • No llegues tarde. Precisamente para no perder la calma, intenta estar en el sitio de la clase incluso diez o quince minutos antes, sobre todo si tienes que localizar el sitio porque sea la primera vez que vas. Ese tiempo de sobra puedes aprovecharlo, por ejemplo, para practicar técnicas de relajación.
  • Conoce al niño. Es algo de lo que en ocasiones anteriores, como en el post acerca de la motivación, ya he hablado, pero insisto de nuevo. Teniendo en cuenta que, si vamos a una primera clase, lo normal es no conocer de nada al alumno, podemos dedicar una parte importante de la clase a preguntarle no solamente el nombre, sino todo tipo de cosas que nos ayuden a conocerlo mejor: ¿por qué quieres aprender a tocar el piano?, ¿qué tipo de música te gusta más?, ¿Te gusta colorear?, ¿Cuáles son tus dibujos animados preferidos?… Con ello, vamos entablando una conversación que, cuanto más recíproca sea, más cómodos nos hará sentir tanto al niño como a nosotros. Lo ideal sería, además de preguntarle cosas, intentar hablarles, a raíz de lo que vaya diciendo, de nosotros mismos o contarles experiencias nuestras para así ir consiguiendo su confianza. Tened en cuenta que no todo tiene que estar relacionado con la música, pues a una persona no se le conoce sólo por sus gustos musicales. No pasa nada por salirnos del tema musical con la finalidad de profundizar en el alumno, al contrario, es algo muy bueno que puede empezarnos a dar ideas de actividades para hacer en futuras clases con ese alumno.
  • Refresca tus conocimientos. Aunque seas un buen instrumentista, sepas leer muy bien una partitura o sepas mucha teoría musical como armonía, análisis, etc., es aconsejable que vuelvas a coger los libros con los que empezaste a estudiar música (en su defecto se puede buscar por Internet) o aquellos del nivel al que está el alumno al que vas a darle clase y que les eches un vistazo. Aunque todo te sonará, habrá bastantes cosas que podrías haber dado por sabidas o haberte saltado u otras que no sabrías en qué orden ir introduciéndolas o explicándolas… Con ello no hay que agobiarse ni mucho menos, sino planificar aunque sea muy por encima cómo vamos a llevar el contenido a lo largo de las clases y, sobre todo, de qué cosas podemos hablar en la primera y de cuáles no.
  • Planifica la clase. Al igual que estaría bien, como decíamos antes, planificar a largo plazo el qué enseñar, cómo enseñarlo y cuándo enseñarlo, podemos hacer eso más detalladamente con la primera clase. Lo único que hay que hacer es buscar o pensar en actividades básicas que ayuden a que la clase tenga variedad y que el alumno se divierta. A mí en concreto, siempre me gusta llevar ideas de más aunque no me dé tiempo a llevarlas a cabo todas pero, al menos, tendré trabajo adelantado para otras clases. Lo importante es no cometer el fallo de querer hacer ver todo lo que sabes con gran cantidad de información en una primera clase que va a conseguir antes que el niño se agobie. Además, el hecho de llevar la clase con las ideas ya planificadas es algo que también nos ayuda a ir con mucha más tranquilidad, sabiendo que, en un momento dado de nerviosismo o de quedarnos en blanco, tendremos actividades a las que recurrir.
  • Imagina que le vas a explicar algo a un compañero. Esto es algo a tener en cuenta ya no sólo para la primera clase. Cuando yo estaba en el instituto, tenía un par de compañeros que, a veces, no entendían ciertos problemas o conceptos de matemáticas o de física y venían a preguntarme en los descansos o en parte del recreo para que se los explicase, ya que yo los solía entender. Yo lo hacía con mis palabras y de la manera en la que yo los comprendía, y finalmente acababan entendiéndolo ellos también. Probablemente esto es algo que nos haya ocurrido a muchos, y los compañeros aprendían mejor los conceptos o problemas con nosotros porque lo explicábamos con cercanía, confianza y de la manera que mejor los vemos nosotros mismos. Muchas personas que dan clases cometen el error de pensar que están por arriba del alumno por el simple hecho de saber más, o de explicar intentando ser demasiado correcto, pero hay que ser un poco más humildes y, cada vez que haya que enseñar algo a un alumno, hacerlo con la misma sensación con la que lo haríamos si fuese un compañero del colegio.

Es probable que estos consejos os puedan haber ayudado, así como haberos dejado igual, pero tened en cuenta que no hay pasos ni pautas comunes para todas las personas dentro de la docencia, sino experiencias personales. Algunas pueden servirnos de más ayuda, otras menos, pero lo importante es estar abierto a conocer diferentes experiencias y quedarnos con lo que nos sirva de cada una de ellas.


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