Motivación: tenerla, y mantenerla.

Todos sabemos el significado de la palabra motivación; todos sabemos lo importante que puede ser y lo que puede llegar a influir a la hora de hacer un trabajo, realizar un proyecto o aprender algo nuevo; todos sabemos (o podemos deducir) que, en el caso de los niños y la enseñanza musical, la motivación es uno de los factores más importantes y prácticamente imprescindible para el aprendizaje y que de ella dependen, en gran medida, los resultados que se puedan ir obteniendo.

Niño-tocando-pianoPor lo general, cuando vamos a empezar a enseñarle un instrumento musical a un niño, en mi caso el piano, nos encontramos con un alumno muy animado y entusiasmado por empezar, incluso impaciente por ser capaz de tocar ya una canción que le guste, ya sea el «cumpleaños feliz«, con una melodía bastante sencilla y con poco movimiento de la mano, o una sonata de Mozart, de complejidad mucho mayor, la cual conoce gracias a un anuncio de televisión. Por tanto, al principio no es difícil que haya motivación en el alumno para empezar a aprender. De hecho, de no ser así, bastaría con interpretar para el niño en primera persona diferentes canciones al piano, con mucha alegría y entusiasmo, haciéndole ver lo bien que se lo puede pasar tocando o lo que puede llegar a hacer si le echa ganas.

Sin embargo, no solamente basta con esa energía al empezar. Lo más complicado con respecto a la motivación no es tenerla, sino mantenerla, y más teniendo en cuenta que aprender a tocar el piano, al igual que cualquier otro instrumento musical, es una tarea larga, lenta y progresiva en la que se necesita mucha paciencia y constancia. Por esto mismo, muchas cosas son las que pueden hacer que vaya menguando o incluso acabe desapareciendo: no comprender algunos conceptos pudiendo llegar al punto de no entender nada; que las clases se conviertan en rutinarias; el hecho de que el niño no vaya viendo avance o resultados…

Si esto ya nos esta ocurriendo con algún alumno, el primer paso es darse cuenta de ello para, después, averiguar el motivo o los motivos por los cuales el niño está perdiendo o ha perdido la motivación. Yo soy de aquellas personas que piensan que todo tiene solución y, por tanto, nunca hay que darse por vencido frente a los problemas, así que, dependiendo de cual sea el motivo por el que el alumno está perdiendo el interés en las clases de música, hay que intentar recuperar dicho interés. Pongamos como ejemplos las dificultades del párrafo anterior:

  • La mayoría de las veces en las que los niños van poco a poco perdiéndose suele tratarse de niños muy tímidos a los cuales les cuesta manifestarse cuando no comprenden algo aunque estén en una clase particular solos con el profesor. De todos modos, cuando esto ocurre, hay que intentar preguntar directamente tras cada explicación si lo ha entendido. A mí, además, me gusta razonar las explicaciones varias veces y, a ser posible, de diferentes maneras, para que de una manera u otra puedan entender aquello que se explica, pero siempre, tras cada explicación, debemos asegurarnos de que lo ha entendido preguntándole o incluso haciéndole poner ejemplos, explicarlo con sus palabras, etc. Aún así, lo más importante en estos casos es conseguir que el alumno se suelte y se sienta cómodo contigo, comportándote de la manera más natural y espontánea con el niño para que pierda esa timidez o, simplemente, para conseguir su confianza. Para ello, es muy importante conocer a cada alumno, preguntarle cómo le va, mostrar interés por las cosas que hace y las cosas que le gustan, etc. Hablando de esto, se me viene a la cabeza una alumna cuya cantante preferida es Violeta. Recuerdo la primera vez que entré en su habitación, donde damos las clases, y sólo con mirar alrededor y ver fotos de la cantante por todos sitios pude darme cuenta de ello. He de reconocer que no conocía ni una sola canción de ella ese día, así que lo que hice fue entablar una conversación: ¡Anda! Te gusta Violeta, ¿no?, yo no la conozco muy bien, ¿cuántas canciones tiene? ¿cuál es tu preferida, me la puedes enseñar?. Desde ese momento, ya empecé a ganarme su atención y confianza y, pasado un tiempo, cuando vi que tenía el nivel para hacerlo, investigué, saqué y le llevé una partitura adaptada de una de las canciones más conocidas de ella. Imaginaos cuál fue su reacción al verla.
  • El problema de que las clases se conviertan en rutinarias es algo que puede pasar con mucha facilidad. Insisto en la necesidad de conocer bien los gustos de los niños, pues ese conocimiento sobre ellos es lo que nos dará las ideas de aquellas cosas que podemos hacer en las clases que vayan a llamar su atención, conectándolas siempre con la música. Tengo dos alumnas, que son hermanas, a las cuales les gusta mucho dibujar. Cuando empecé a darles clase, tenían solamente 4 y 7 años, con lo cual la más pequeña no sabía ni escribir. Fue entonces cuando, en la mayoría de clases, les llevaba dibujos para que colorearan, siempre relacionados con cualquier aspecto musical que les quisiera enseñar. Mientras dibujaban, aprovechaba para hablar con ellas y preguntarles cosas para, o bien ver si iban aprendiendo, o bien conocerlas más. Con respecto a este tema puede haber gente que piense que eso no sirve para nada, o que no es una actividad musical, pero eso no es malo, al contrario. Hay que tener en cuenta que no se trata de una tarea que deba ocupar toda la clase ni mucho menos, simplemente una adición a ella que ayude a mantener la motivación de la que hablamos y que, si sabemos aprovechar correctamente, podamos utilizar para seguir enseñando a través de ella.
  • Cuando los niños piensan que no avanzan en las clases de piano, lo que realmente ocurre es que no ven dicho avance. Esto tiene una solución muy sencilla: cada cierto tiempo y con todos los alumnos, hago un repaso, ya sea de canciones de piano o lecciones de solfeo. Al volver a tocar obras o hacer lecciones más fáciles, además de revisar, se dan cuenta de que, lo que en su día les costaba más trabajo, ahora pueden hacerlo con mucha más soltura, y es ahí cuando les digo que se fijen en todo lo que ya han aprendido y avanzado desde que empezaron hasta el momento.

Aunque hay muchas maneras de rescatar la motivación de los alumnos, lo que me gustaría dejar claro es que lo importante no es recuperarla cuando vemos que los alumnos la están perdiendo, sino hacer que siempre se mantenga al máximo, lo cual es lo que realmente he hecho en aquellos ejemplos que he puesto, pues todas estas ideas, y muchas más, pueden hacerse sin tener que llegar a ver a un niño desmotivado. Es más el evitar que el solucionar, o como dice el refrán, más vale prevenir que curar.


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